La no expresión emocional y el no poder entender muchas veces lo que ocurre alrededor, hace que los niños sufran en silencio, y esto va a originar problemas emocionales y académicos.
Potenciar la expresión emocional en los niños y adolescentes, ayudarles a entenderse, comprender los motivos de su malestar y los efectos que estos producen dentro y fuera de él, hacen que adquieran mayor seguridad, fortaleciendo su autoestima, potenciando la motivación al cambio, enfrentándose a los miedos, frustraciones, potenciando sus habilidades personales y sociales.
El proceso se inicia con una valoración del caso, en el que participe el menor, los padres o tutores legales, otros familiares allegados etc., en caso de que se considere necesario, otros profesionales como profesores, médicos, etc…
Tras una evaluación, se estima la intervención psicológica o psicopedagógica adecuada. Mantengo el contacto con su entorno más cercano, salvaguardando la intimidad y confidencialidad del menor, ya que los posibles cambios que se produzcan en él tienen que tener la misma dirección en los diferentes contextos. Por lo que el asesoramiento familiar, siempre que se trabaja con menores, es necesario.
*(Orientándome desde un enfoque de rigurosidad científica cognitivo-conductual, y de otras orientaciones teórico-prácticas, según las características, necesidades y demandas particulares de cada persona).