Solicita una cita

    Hoy es el primer paso. Contáctame para organizarnos.

    Llámame al:
    (+34) 679 180 542

    Envía un mail:
    saraortegacordero@gmail.com

    Tú el mar, Yo la luna.

    5 años ago · · 0 comentarios

    Tú el mar, Yo la luna.

    Sola, Sentada en la orilla pensativa, sonríe internamente con la mirada entreabierta fijándose en el horizonte. Y Sin darse cuenta, de repente, aparece él en su mente.

     

    Sofocada por las últimas palabras:

    Eres como el mar, se afirma a sí misma.

    Por eso me vuelves loca: a veces te entiendo calmado, silencioso, rítmico,  lleno de luz.

    A veces no comprendo porqué cambias tan rápido, te agitas, te enfureces, oscureces.

    Subes y bajas como la marea caprichosa de querer llegar lejos y te echas para atrás arrepentido con silencios.

    Eres capaz de albergar el mayor de los caos pero también la calma.

    A veces me dejas navegar en tu profundidad, a veces me pierdo en tu inmensidad y, a veces, me ahogas con tu intensidad.

     

    Qué tontería, se dice intentando relajarse:

    También consigues llevarme a la superficie cuando más lo necesito,  y me refrescas la mente y el cuerpo en los momentos más calurosos. Nunca navego a la deriva aunque la oscuridad de la noche amenace. Me coges la mano e izas las velas surcando las olas con firmeza.

     

    Acariciarte y mirarte es como tocar el agua cuando el viento te da en la cara.Por eso me vuelves loca, porque no hay lugar en la tierra donde quiera quedarme a vivir si no es navegando sobre ti.

    Eres como el mar y yo como la luna. Juntos nos entendemos aunque a veces nos ausentemos.

     

     

    «Oigo una voz dentro de mi cabeza…».

    5 años ago · · 0 comentarios

    «Oigo una voz dentro de mi cabeza…».

    Es curioso, pero si alguien va al médico y dice: “oigo una voz dentro de mi cabeza”, lo más probable es que le envíen directamente al psiquiatra.

     

    Pero vamos a ser claros, y lo cierto es, que de un modo similar, prácticamente todo el mundo oye continuamente una voz , o varias voces, en su cabeza. Monólogos o diálogos continuos. Y es que nuestra mente es una fábrica de crear pensamientos, hasta cuando dormimos nuestra mente está trabajando. Estos son procesos de pensamientos involuntarios, que, a propósito no sabemos que podemos detener.

     

    Me atrevería a decir que más de una vez, nos hemos cruzado con alguien que curiosamente  estaba hablando solo o susurrándose algo a sí mismo, y qué rápido decimos o pensamos, “pobre loco”.

    Bueno… eso no es muy diferente de lo que el resto de los comunes “hacemos”, excepto que no lo reproducimos en voz alta.

     

    La voz comenta, especula, juzga, compara, se queja; hay cosas que le gustan, otras que le disgustan y, así sucesivamente. En tantas ocasiones, a esta banda sonora le acompañan imágenes visuales, como películas mentales.

    Lo que dice la voz no tiene por qué ser relevante en la situación en la que nos encontramos en ese momento; puede estar reviviendo algo del pasado reciente o lejano, ensayando algo o imaginándose posibles situaciones futuras. En estos casos, curioso de nuevo, la mayoría de las veces se imagina que las cosas van mal y que los resultados van a ser negativos. A esto se le llama preocupación.

     

    También hay ocasiones en las que la voz nos dice cosas relevantes de la situación actual en la que nos encontramos, y… sabes… siempre las interpretamos en función de nuestro pasado. Esto es así porque nuestra voz es parte de nuestra mente condicionada, que es el resultado de nuestro pasado personal y del contexto mental colectivo que hemos heredado. De este modo, vemos y juzgamos el presente con los ojos del pasado, por lo que nuestro punto de vista está totalmente distorsionado.

    Es bastante habitual, que nuestra voz interna sea nuestro peor enemigo. Muchos viven con un torturador en su cabeza que les ataca y les castiga, agotando su energía vital. Este parloteo incesante causa una enorme cantidad de dolor e infelicidad, y por supuesto, también enfermedades.

     

    Pero aquí viene la mejor parte…

    Realmente nosotros no somos nuestros pensamientos. Equiparar el pensamiento con el Ser, es decir, la identidad con el pensar, es un gran y grave error. Hay autores que incluso se atreven a decir que pensar se ha convertido en una enfermedad, teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo pensamos de manera compulsiva y la enfermedad se produce cuando las cosas no están en equilibrio.

    Intento aclarar este punto ya que puede resultar complejo de entender: por supuesto, la mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si no se hace así, se vuelve muy destructiva. Para ser más precisa, no se trata tanto de usar la mente equivocadamente, sino que generalmente no la usamos en absoluto, sino que es ella la que nos usa a nosotros mismos. Esa es la enfermedad: crees que tú eres la mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti convirtiéndote en esclavo, sintiéndote poseído sin saberlo, identificándote inconscientemente con ella, creyéndote la entidad poseedora.

     

    Añado otro apunte que creo necesario en este punto: al igual que a un perro le encanta morder huesos o a las abejas posarse en las flores, a la mente le encanta resolver problemas matemáticos, crucigramas, incluso realizar experimentos químicos, ya que está diseñada para ello. A la mente le “encanta” hincar el diente a los problemas, pero… a “ti” eso realmente no te interesa. Si nos preguntaramos: “¿Podemos liberarnos de nuestra mente cuando lo deseamos? ¿Hemos encontrado el botón para apagarla? Qué responderíamos…

     

    Es curioso, pero cierto:

    Uno puede liberarse de su propia mente. Esa es la única y verdadera liberación.

    Y podemos dar el primer paso ahora mismo: Empieza por escuchar tan frecuentemente como puedas la voz interna, la que está dentro de tu cabeza. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, como aquellos antiguos discos de gramófono que pueden haber estado dando vueltas en tu cabeza desde hace años.

     

    Esto es lo que se llama “observar al pensador” y mantente ahí como presencia que atestigua. Escúchala pero de manera imparcial, es decir, no juzgues, no condenes lo que oyes porque eso sería que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás. Pronto te darás cuenta que la voz está allí y tú estas aquí, observándola. Esa compresión de “yo soy”, esa sensación de tu propia presencia que escucha, no es un pensamiento, surge más allá de tu mente.

     

    Cuando escuchas un pensamiento, no solo eres consciente del pensamiento sino también de ti mismo como testigo del pensamiento, es decir, aparece una nueva dimensión de conciencia. Ese es nuestro yo más profundo y aprender a desidentificarnos de los pensamientos es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.

     

    Así que, déjame decirte que no hace falta ir al psiquiatra si aumentáramos el volumen de nuestra voz interna, no estamos “locos” por ello, sin embargo, animarnos a realizar un proceso terapéutico en manos de un psicólogo, puede ayudarnos a aprender a “observar al pensador” provocando así poco a poco, entre otros grandes aprendizajes personales, QUIETUD Y PAZ INTERIOR cuando nos unimos al SER, generalmente nublado por la mente que nos engaña haciéndonos esclavos e identificándonos con ella.

     

    No soy un ser inerte, prefiero ser valiente.

    5 años ago · · 0 comentarios

    No soy un ser inerte, prefiero ser valiente.

    Llega un día que decides poner fin.

    Dejas atrás tu habitación, apagas la luz de la mesilla,

    vacías tu armario, dejas de usar tu vajilla.

    Dejas atrás el olor de tu casa, el sonido de la madera al cruzar el pasillo

    que tantos pasos has compartido.

     

    Llega un día que, acabas capítulo para comenzar uno nuevo pero,

    con lápiz a estrenar

    sin goma de borrar.

     

    Llega un día que convencida, cierras la puerta y, al dejarla atrás

    caminas hacia delante sin titubear,

    tranquila, serena, con alas gigantes para avanzar.

     

    Me agarro a la vida: dejo trabajo, dejo ciudad

    sabiendo que a la vuelta de la esquina están.

     

    Ayer se convirtió en hoy,

    y aquí estoy,

    con ilusión.

    Sabiendo que gran parte de lo que soy viene de atrás:

    de lo que fue y siempre será.

     

    Yo me niego a mantenerme quieta e inmóvil

    por comodidad o conformidad.

     

    No soy un ser inerte,

    Prefiero ser valiente

    y… hoy más que ayer

    grito al cielo GRACIAS por hacerme entender

    que no hay que temer:

    que por mucho que tuviera construido

    se puede volver a nacer

    y, SIEMPRE con más fuerza y sabiduría que ayer.

    Burbujas transitorias de locura real.

    6 años ago · · 0 comentarios

    Burbujas transitorias de locura real.

    Esto ocurre en sesión, en la vida y no entiende de edades:

    «Todo fluye en perfecta armonía, a su debido tiempo… en plena sintonía.

     

    Proyección. Creación. Diseño vital sin necesidad de control excesivo, dejando espacio a la incertidumbre, altas dosis de aventura y, burbujas… burbujas de magia, burbujas de tiempo.

     

    Hasta el momento sensación de enraizamiento, solidez, hasta me atrevo a decir, certeza eterna… así camino, segura y firme.

     

    Todo fluye en perfecta armonía, a su debido tiempo y en plena sintonía… y de repente y de la nada… en medio del ruido y de la agitación, sintiendo paz en mi interior,

     

    VUELO

    QUE SI VUELO

     

    Ahí estoy, en una burbuja. TU BURBUJA.

     

    Qué bonita e inquietante la magia, qué tranquilidad que sea de tiempo… si entiendes de burbujas…».

    Tenemos Miedo.

    6 años ago · · 0 comentarios

    Tenemos Miedo.

    Evitamos expresarnos por miedo a las consecuencias.

     

    Tenemos miedo a lo que piensen de nosotros, a que dejen de querernos o aceptarnos o cuidarnos o alabarnos. Nos chantajeamos así a nosotros mismos poniendo a otros como escusa. Nos prostituimos para poder mantenernos en una prisión que llamamos amor.

     

    Tenemos miedo a estar expuestos, a brillar arrogantes y felices y… al encerrarnos, empobrecemos el mundo.

    Tenemos pudor por dar, sin saber que así robamos eso que no damos.

    Tenemos miedo a sentirnos plenos, no vaya a ser que así termine todo… cuando la plenitud es solo el principio que solemos postergar de por vida.

    Tenemos miedo a la hoja en blanco, como si nuestra autenticidad pudiese errar o manchar, cuando es la represión y la indecisión lo que nos intoxica… cuando la alegría es la sagrada imperfección y la luz y la gestión del desastre.

    Tenemos miedo a nuestra luz, no vaya a ser que veamos todo lo que nos prohibieron ver, y nos regañen y nos castiguen sin poder jugar como monos amaestrados que no se saben libres.

    Tenemos miedo a nuestro genuino saber, no vaya a ser que nos suspendan el examen por no repetir como loros las mismas idioteces que nos dañaron.

    Tenemos miedo a nuestro fuego, no vaya a ser que arda al fin todo lo que no somos y salgamos volando.

    Tenemos miedo a nuestro placer, no vaya a ser que se molesten quienes sacrifican el suyo y nos ataquen y persigan para amordazarnos dándonos así toda la fuerza que nos quitaron para educarnos.

    Tenemos miedo a todo lo que anelamos, a todo lo que late en nosotros y clama por ser reconocido y expresado.

     

    El miedo representa ese deseo.

    El miedo no es nunca el problema, es la solución.

    Ponemos el miedo como escusa porque no sabemos utilizarlo.

    Es imprescindible follarse al miedo para tomar consciencia de nuestra inevitable creatividad.

    El orgasmo es la trascendencia del miedo, es la explosión de la que naces.

    Si no hay desobediencia, no hay magia ni placer.

     

    Tenemos miedo. Tenemos un regalo.

     

    Por David Testal

    En la quietud del silencio.

    6 años ago · · 0 comentarios

    En la quietud del silencio.

    Tantas y tantas veces, sumidos en el incesante parloteo mental, olvidamos escuchar-escucharnos y vagamos por nuestra vida como seres inertes que hacen y hacen sin pararse a sentir, si lo que hacen nace de dentro o de dónde…

    Es solo en la quietud del silencio cuando alcanzamos a entender lo que nos decimos, lo que sentimos. Pero que difícil es, si nunca nos han enseñado a entendernos.

    Es, en esos momentos que conectas con tu eco, cuando te alineas con algo que te hace ver con cierta claridad pero: confunde, da vértigo, asusta. Miras para otro lado, pero… algo dentro de ti te está diciendo que pares, que cambies, que gires, que dejes, que avances…

    Es ahí cuando nuestra vida empieza a cambiar poco a poco y nos convertimos en creadores. No tengas miedo, algo mágico está por llegar.

    Confía en ese latido de certeza.

    Escucha tu cuerpo e intenta entender tu propio lenguaje.

    Despierta.

    HEMOS VENIDO A BAILAR con cada pequeño obstáculo que nos pone la vida, con las adversidades que se presentan en el día a día.

    La vida es una danza consciente, ESCUCHA TU PROPIO RITMO en el eco de tu respiración. ENTIENDE QUÉ TE DICES, QUÉ NECESITAS Y POR DONDE QUIERES SEGUIR BAILANDO.